08 diciembre 2004

Tomando café.

Se juntaron la tristeza y la soledad y se fueron a tomar café. Pidieron lluvia, por tomar algo más, y compraron al vendedor de lotería lágrimas de desesperación, para el sorteo de ayer. Hablaron de sus cosas, mientras hacían caer las hojas en otoño, y pintaron unas ojeras en la cara del que estaba en la sala de espera de un hospital. A la tristeza le dio por reírse, y su sonrisa se convirtió en el suspiro de un anciano solitario en el parque. Pasaron la tarde así. Contando chismes y haciendo bromas. Hablando de lo bonita que estaba la ciudad y de lo bien que le sentaba a la soledad ese jersey nuevo, de las rebajas, y al remover el azúcar con la cucharilla, llenaban de amargura las tardes que pasaba enfrente del televisor esa mujer que vive sola en el piso de arriba. Con cada sorbo marcaban el ritmo de los corazones que esperan una llamada de teléfono, y con sus bromas llenaban de recuerdos la nochebuena del viudo.
Quedaron en volver a verse pronto, un día de estos, y hacer llorar en silencio a ese que está leyendo en la pantalla del ordenador.

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