Historia de T. (El oráculo II)
Informe de Seguridad 2547/555/23
Asunto: T.
Autor: Comandante Kylan, nivel 6 del S.C.M.
T. fue durante años nuestro mejor agente y a la vez nuestro mayor misterio. Todavía dudo sobre si lo localizamos nosotros a él o fue él quien contactó con nosotros. Lo único cierto es que en la época en que el S.C.M era todavía un proyecto basado en unas teorías casi sin desarrollar y unos pocos experimentos con resultados discutibles, la aparición de T. fue una revelación del potencial de nuestras ideas y de los retos a los que nos enfrentábamos.
Era capaz de leer las comunicaciones de nuestros agentes a cientos de kilómetros de distancia cuando entre ellos mismos tardaban horas en intuir cualquier dato dentro de la misma habitación, y además era capaz de hacerse oír con una claridad y fuerza que todavía hoy nos asombra.
Después de varios meses de comunicaciones mentales con nosotros, accedió a darnos su localización física y resultó ser un pastor que vivía en un pueblo perdido en la sierra, con unos pocos habitantes que malvivían de lo que lograban arañarle a la tierra y al ganado.
El comandante Stocvulik y yo mismo, fuimos los primeros en visitarle, y ya en ese primer contacto se hizo evidente que T., además de increíbles poderes telepáticos, tenía el don de la adivinación. Le escuchamos entre asombrados y asustados durante horas, mientras nos explicaba sus teorías sobre cómo ejercitar la Comunicación Mental y hacía vaticinios sobre personas y hechos concretos que, como escrupulosamente comprobamos luego, se cumplieron con una exactitud asombrosa. Para él, la comunicación mental, la adivinación y la lectura de pensamientos eran todo lo mismo y utilizaba el mismo método para dominar la energía mental, sistema que luego nos sirvió a nosotros para fabricar la primera Máquina Mental.
Por desgracia, esas facultades increíbles e innatas no podían ocultar la vacía personalidad de T. Su falta de carácter y el hecho de que entendiese su don como algo divino con lo que había sido iluminado, en lugar de un complicado proceso cerebral accesible a casi todas las personas como sabemos ahora, le hacía poco apto para trabajar directamente para el S.C.M., donde la ética y la moral están al servicio del país.
Tras rechazar en varias ocasiones nuestras peticiones para que se trasladase a las instalaciones del Sector 7, decidimos seguir experimentando con él a distancia y realizar sólo las vistas físicas estrictamente necesarias, ya que las rechazaba abiertamente.
Con los años, sus tendencias místico-religiosas le convirtieron prácticamente en un ermitaño, temeroso de lo que él llamaba los poderes ocultos e incapaz para cualquier labor de investigación. Para entonces nuestros avances en la comunicación mental y la adivinación le habían superado con creces y ya habíamos desarrollado los Métodos de Bloqueo e Interferencia.
Cuando sus paranoias empezaron a interferir en nuestro trabajo llegó la orden de eliminarlo y él ni siquiera pudo intuirlo. Nuestros agentes hicieron un trabajo perfecto. Murió solo, en el pueblo del que nunca había salido y que poco a poco se ha ido quedando vacío.