07 febrero 2005

Mujer pintando en la terraza

Apoyó el pincel sobre el lienzo blanco, y lo fue bajando poco a poco. Conforme descendía, el azul de la pintura se volvía más débil y antes de llegar al borde de abajo ya no manchaba. Miraba el cielo por encima del caballete. Sus ojos absorbían el gris de las nubes oscuras de lluvia que venían empujadas por una brisa fría y suave. Mezcló un poco de azul y negro en la paleta y pintó una línea horizontal, que partía de la mitad de la primera, sin tocarla. Respiraba el olor a aguarrás, mezclado con el de la mañana brumosa y húmeda que se veía difuminada encima del horizonte de edificios de la ciudad.
El pincel poco a poco iba cogiendo vida propia y ella solo tenía que respirar, concentrada en los colores. Tonos azules y grises, manchas negras, curvas amarillentas que aparecían en la tela, que se enroscaban en espirales, que dibujaban sin ella saberlo los paisajes donde vivían sus miedos, y los conjuraban, los removían, los mostraba como a través de una ventana empañada se ve la ciudad de noche. Aparecían detrás de cada color, de cada figura, y sólo tenía que no pensar mientras pintaba para enseñarlos y encerrarlos en una cárcel bidimensional y blanca, para verlos y perderles el respeto, para no tener que oírlos en las madrugadas silenciosas, para no tener que soñarlos en pesadillas olvidadas.
Pintaba la mañana desapacible del mismo color que intuía el futuro, dejándose llevar, con los ojos entrecerrados y el airecillo fresco colándose por el cuello del jersey remangado, canturreando una canción inventada por lo bajo, sin miedo a que llegaran las nubes y mancharan el cuadro.

1 Comments:

Blogger Cross said...

Vaya!!! ¿Asi que eres tú la que dispara mis estadísticas de visitas? jejeje.Ahora estoy mas rojo que azul... jejeje. Aqui no molesta nadie. ;)

viernes, 11 febrero, 2005  

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