Los hermanos Blyon
La noche no tenía luna pero el desierto se intuía como una sombra azulada bajo la luz de las estrellas. El silencio y el calor rellenaban el paisaje de arena y soledad que se extendía hasta el horizonte, durante miles de kilómetros, sin rastro de vida humana.
Lirtus Blyon, el menor de los dos hermanos Blyon, se rascaba su mejilla sin afeitar desde hace un par de días, con gesto pensativo, mientras miraba al horizonte de pie en el porche de su casa justo en medio de su desierto. A su lado, Bruber Blyon, su hermano mayor, toqueteaba una caja negra llena de botones y lucecitas. Sudaba y maldecía encogido sobre el artefacto casero, alumbrado únicamente por la débil luz amarillenta de una bombilla sin lámpara colgada del techo del porche.
Al fin Bruber se incorporó y se colocó junto a su hermano, apoyando las dos manos en la barandilla de madera. “Quedán unos quince segundos”, le dijo a Lirtus, mirando en la misma dirección que él. Lirtus asintió y abrió un poco la boca sin darse cuenta.
Silencio total y absoluto durante un instante. Los dos hermanos inmóviles, respirando lentamente, con los ojos guiñados escrutando la oscuridad y los ceños fruncidos, concentrados y atentos.
Un destello inmenso blanco creció como a cámara lenta en el horizonte, rompiendo en dos el paisaje nocturno y haciendo desaparecer a las estrellas. Se expandió a lo ancho y empezó a cambiar de color hacia tonos rojizos de atardeceres imposibles. Una nube carmesí empezó a crecer en el cielo y entonces llegó el ruido. Un rugido que pasaba por encima del desierto, que no cesaba, que traía un aire caliente y pesado. La tierra temblaba.
Lirtus y Bruber embobados y sin respiración, dejaban que el viento llenara de arena sus ojos y su pelo, disfrutando de los colores de la explosión sobre la noche oscura. Después de unos minutos de éxtasis, Lirtus lanzó un grito de triunfo y alegría, agarrando a su hermano por el hombro. Bruber sonreía satisfecho y sólo acertaba a repetir nerviosamente: “Me ha salido un poco roja de más, pero más alta que nunca.”, metiendo y sacando sus manos de los bolsillos de los vaqueros.
Siguieron allí unas horas más. Bruber sacó unas sillas y tomaron unos bocadillos con cerveza contemplando el paisaje. La veleta de su tejado apenas se movía ya y otra vez el silencio cubría el desierto, poco a poco. El horizonte, manchado de polvo blanco y nubes rojizas se iba apagando como una vela se consume en un vaso. No hablaban pero de vez en cuando empezaban a reírse a la vez, y se daban la mano.
Poco antes del amanecer decidieron acostarse. Cerraron la puerta de su cochambrosa cabaña en medio de aquel inmenso desierto de su propiedad. Apagaron las luces y un poco antes de dormirse, Lirtus le explicó a Bruber que con el plutonio que quedaba podían probar a hacer explosiones con tonos azules y verdes. Bruber, medio dormido, le dio la razón y le prometió una explosión azul en dos días.
Lirtus Blyon, el menor de los dos hermanos Blyon, se rascaba su mejilla sin afeitar desde hace un par de días, con gesto pensativo, mientras miraba al horizonte de pie en el porche de su casa justo en medio de su desierto. A su lado, Bruber Blyon, su hermano mayor, toqueteaba una caja negra llena de botones y lucecitas. Sudaba y maldecía encogido sobre el artefacto casero, alumbrado únicamente por la débil luz amarillenta de una bombilla sin lámpara colgada del techo del porche.
Al fin Bruber se incorporó y se colocó junto a su hermano, apoyando las dos manos en la barandilla de madera. “Quedán unos quince segundos”, le dijo a Lirtus, mirando en la misma dirección que él. Lirtus asintió y abrió un poco la boca sin darse cuenta.
Silencio total y absoluto durante un instante. Los dos hermanos inmóviles, respirando lentamente, con los ojos guiñados escrutando la oscuridad y los ceños fruncidos, concentrados y atentos.
Un destello inmenso blanco creció como a cámara lenta en el horizonte, rompiendo en dos el paisaje nocturno y haciendo desaparecer a las estrellas. Se expandió a lo ancho y empezó a cambiar de color hacia tonos rojizos de atardeceres imposibles. Una nube carmesí empezó a crecer en el cielo y entonces llegó el ruido. Un rugido que pasaba por encima del desierto, que no cesaba, que traía un aire caliente y pesado. La tierra temblaba.
Lirtus y Bruber embobados y sin respiración, dejaban que el viento llenara de arena sus ojos y su pelo, disfrutando de los colores de la explosión sobre la noche oscura. Después de unos minutos de éxtasis, Lirtus lanzó un grito de triunfo y alegría, agarrando a su hermano por el hombro. Bruber sonreía satisfecho y sólo acertaba a repetir nerviosamente: “Me ha salido un poco roja de más, pero más alta que nunca.”, metiendo y sacando sus manos de los bolsillos de los vaqueros.
Siguieron allí unas horas más. Bruber sacó unas sillas y tomaron unos bocadillos con cerveza contemplando el paisaje. La veleta de su tejado apenas se movía ya y otra vez el silencio cubría el desierto, poco a poco. El horizonte, manchado de polvo blanco y nubes rojizas se iba apagando como una vela se consume en un vaso. No hablaban pero de vez en cuando empezaban a reírse a la vez, y se daban la mano.
Poco antes del amanecer decidieron acostarse. Cerraron la puerta de su cochambrosa cabaña en medio de aquel inmenso desierto de su propiedad. Apagaron las luces y un poco antes de dormirse, Lirtus le explicó a Bruber que con el plutonio que quedaba podían probar a hacer explosiones con tonos azules y verdes. Bruber, medio dormido, le dio la razón y le prometió una explosión azul en dos días.
14 Comments:
Este está bastante bonito.
Bonifasi;
¡Qué bueno Cross!
Que mezcla más original.
Me ha gustado de verdad.
Un abrazo.
(Sí, el del otro post, el anónimo, era yo)
Realmente escalofriante. Desde una especie de ingenuidad, tanta destruciión. Muy bien logrado :)
Un abrazo.
Candor experimentador.... con explosiones: una imagen que estalla.
Salutes.
Honestamente, este si que me ha gustado...
me hace pensar en los hermanos Bush y el mundo que usan como si fuese su patio trasero para jugar con bombas.
muy bueno
Escalofriante creo que es la palabra… da miedo que alguien piense en bonitos colores cuando habla de bombas, no? Un saludo.
Diferentes interpretaciones.
Vi a dos hermanos que viven en un desierto y que lo que quieren es experimentar como si lanzaran castillos artificiales...
Aunque el término 'vaquero' me remite a 'neuromante' y allí tiene una connotación distinta a la que conocemos. Cross, ¿podrías decirme si le das a 'vaquero' una connotación similar a la de 'Neuromante'? y si no has leído aún este libro, dime si estoy descaminada en mi lectura de tu relato. Y en todo caso, a veces las interpretaciones son abiertas, mas de todos modos, deja un comment aquí.
Salutes.
Un relato explosivo. Me sigue tocando la fibra la manera que nos haces casi "ver" los personajes.
Si un día haces cuentos, seguro que me meto en ellos y cierro la tapa =D
Besitos en el oasis de la esquina.
Siento el retraso en contestar a los comenarios pero estoy de vacaciones y hasta agosto no volveré a postear ni visitar vuestros blogs con regularidad. Ha sido muy agradable encontarme vuestros comentarios despues de una semana de viaje.
Slaves&bulldozers, me alegro de que te guste esta historia, a ver si encuentro un hueco y coloco tu enlace, un saludo.
Boni, enhorabuena por lo de tu libro, ya me informaré sobre cómo conseguirlo, un abrazote.
noemi, la ingenuidad es la cara amable de la ignorancia, un saludo.
Vir, la historia trata de describir dos personajes solitarios en medio de un mundo irreal y perdido, donde pueden "divertirse" observando la belleza de una explosión nuclear, sin que a nadie moleste ni perjudique. La palabra "vaqueros", en España, se refiere a los pantalones tipo jeans y no tiene ningún tipo de connotación. Un fuerte abrazo.
breton, mucha gente juega con bombas en los patios traseros de los demás... el tema no va por ahí. Un saludo.
tt, es cierto. Un espectáculo bello y escalofriante. Un abrazo.
Sonela, me encanta que te gusten las historias. Espero y poniendo próximamente otros cuentos mas largos, cuando mis habilidades informáticas me lo permitan. Un fuerte abrazo.
Escribi algo! Actualiza!! ME ENCANTA!!
Escolafriante, si. Aunque yo diría que la realidad es más espeluznante.
Me ha recordado el relato que hizo el comandante encargado de soltar la primera bomba atómica. También hacía alusión a los alucinantes colores que creaba. Como valenciano adicto a la pirotecnia, no tengo más remedio que aplaudir tu ¿macabra? ficción. Lamentablemente el objetivo de tales experimentos siempre es mucho más prosáico.
Me gusta tu prosa. Volveré en Agosto. Un saludo.
Hola Cross que he visto tu blog y he visto que hace tiempo dijiste una cosa de mi muy bonita en un comentario y ademas me visitas todos los dias y yo siempre veo tus comentarios pero no te habia enlazado y ahora si te he enlazado porque eres muy bueno conmigo y te mando no uno sino muchos besos
Muy bueno el relato, (se merece un buen tanque). Quizá los tiempos me resultan algo extraños, sobre todo en la duración de la explosión. Dale un vistazo a esta página: http://weblogs.madrimasd.org/Tecnocidanos/
Nos vemos, T9.
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