Últimos recuerdos

Sentía como el viento le golpeaba en la cara cada vez más fuerte. El pelo se le alborotaba en la cabeza y los oídos le zumbaban. Cerró los ojos, irritados y llorosos, y le pareció que el tiempo se alargaba fuera de él mientras su mente corría a mil por hora.
Le vino a su memoria el recuerdo difuminado de un montón de caramelos desperdigados en una alfombra rojiza, de cuando él tenía poco mas de un año y vivía en aquella casa con las paredes pintadas de verde. Recordó cómo ayudó a sus padres en la mudanza al piso en la ciudad, el ascensor oscuro con botones negros en el que no le dejaban subir solo y a las vecinas con su madre tomando café en la cocina antes de bajar a comprar el pan. Revivió el camino al colegio en invierno pisando los charcos congelados, con la cartera llena de libros colgada de un hombro y jugando a hacer que fumaba con el vaho que el salía por debajo de la capucha del abrigo. Se vio a si mismo la primera noche que no durmió viendo llover y tronar por la ventana de su habitación, encogido entre el miedo y la fascinación. Anduvo otra vez por los largos pasillos de su antiguo instituto buscando su clase el primer el día, con la cabeza agachada y la mirada huidiza. Recibió otra vez en su memoria su primer sueldo en su primer trabajo y se lo volvió a guardar en el bolsillo de la chaqueta, metido en un sobre marrón, pensando durante dos días en qué gastarlo.
Recordó los mil libros que había leído, todos y cada uno de los besos que había dado, la vista desde la ventana del hotel de Paris al que fue de viaje de novios, las mentiras que no se había atrevido a decir, el color de su primer coche, la mirada de un desconocido que se cruzó una noche en su portal y le asustó, la camisa azul que había sido su favorita durante años y que se manchó con la tinta de un bolígrafo roto, la última vez que se emborrachó con sus amigos, y la primera vez que se sintió verdaderamente triste, tanto que no podía respirar.
Se recordó a si mismo hace un instante, subiendo lentamente las escaleras del rascacielos, abriendo la puerta de la azotea, entrecerrando los ojos deslumbrado por el sol, acercándose al borde y mirando al vacío que quedaba a sus pies.
Volvió a saltar otra vez en su memoria, volvió a sentir el viento azotándole la cara y el pelo alborotado bailando en su cabeza, y lo último que pensó justo antes de estrellarse contra el suelo, fue que tienen razón los que dicen que tu vida entera te pasa por delante antes de morir.
Le vino a su memoria el recuerdo difuminado de un montón de caramelos desperdigados en una alfombra rojiza, de cuando él tenía poco mas de un año y vivía en aquella casa con las paredes pintadas de verde. Recordó cómo ayudó a sus padres en la mudanza al piso en la ciudad, el ascensor oscuro con botones negros en el que no le dejaban subir solo y a las vecinas con su madre tomando café en la cocina antes de bajar a comprar el pan. Revivió el camino al colegio en invierno pisando los charcos congelados, con la cartera llena de libros colgada de un hombro y jugando a hacer que fumaba con el vaho que el salía por debajo de la capucha del abrigo. Se vio a si mismo la primera noche que no durmió viendo llover y tronar por la ventana de su habitación, encogido entre el miedo y la fascinación. Anduvo otra vez por los largos pasillos de su antiguo instituto buscando su clase el primer el día, con la cabeza agachada y la mirada huidiza. Recibió otra vez en su memoria su primer sueldo en su primer trabajo y se lo volvió a guardar en el bolsillo de la chaqueta, metido en un sobre marrón, pensando durante dos días en qué gastarlo.
Recordó los mil libros que había leído, todos y cada uno de los besos que había dado, la vista desde la ventana del hotel de Paris al que fue de viaje de novios, las mentiras que no se había atrevido a decir, el color de su primer coche, la mirada de un desconocido que se cruzó una noche en su portal y le asustó, la camisa azul que había sido su favorita durante años y que se manchó con la tinta de un bolígrafo roto, la última vez que se emborrachó con sus amigos, y la primera vez que se sintió verdaderamente triste, tanto que no podía respirar.
Se recordó a si mismo hace un instante, subiendo lentamente las escaleras del rascacielos, abriendo la puerta de la azotea, entrecerrando los ojos deslumbrado por el sol, acercándose al borde y mirando al vacío que quedaba a sus pies.
Volvió a saltar otra vez en su memoria, volvió a sentir el viento azotándole la cara y el pelo alborotado bailando en su cabeza, y lo último que pensó justo antes de estrellarse contra el suelo, fue que tienen razón los que dicen que tu vida entera te pasa por delante antes de morir.
12 Comments:
Frio, me dejas pensativo, pq sé que eso es cierto, aunque el final no sea el mismo.
Pd: Me alegra q empieces a poner fotos, seguro q nos sorprendes con muchas muy buenas.
Un abrazo
Pues será verdad eso de que pasa toda tu vida por delante de tus ojos, aunque ojalá los recuerdos circularan con tanta belleza y romanticismo como aquí los relatas, en esos momentos tan drásticos. :)
Saluditos.
P.D:¡Y gracias por enlazarme a mí! Constituye todo un honor.
Bonifasi;
No sé porque, pero intuía el final.
Un abrazo
Más que azulinante y alucinante, alunizante; como Neil Armstrong y el Apolo XVI de Benedicto.
Y ahora voy a tomarme la pastilla.
Joeeee!
¿Sabes lo que es quedarse flipada? Pues continuamente contigo, Cross.
(Casi que me dolió la caida) :S
Besos de entresuelo.
Me agrado mucho este! pero si fuera vos sacaría la foto porque lo hace muy muuuuy predecible... me paso exactamente como a bonifasi...
niña de las bacterias, bienvenida, espero verte mas por aquí.
Paxcu, tienes que contarmelo... Y el experto en fotos con super cámara mega reflex gigital de la ostia eres tú.... Sólo hay que ver tu blog. Un fuerte abrazo.
stuffen, me alegra que te guste y lo del enlace es de todo corazón. Saludos :)))
Boniiiii!!!! Ya era hora que te adelantaras al final jejeje, aunque esta vez lo he puesto fácil eh? Un fuerte abrazo.
Sr Miau, No deje usted de tomar su medicación, que de momento le da excelentes resultados. Un saludo.
Sonela, yo si que flipo contigo y las historias de Zia. Por cierto, muy buenas, (y sugerentes, las últimas fotos. Besos desde la azotea.
Amigo slaves, tienes mas razón que un santo con lo de la foto. Dudé hasta el último momento sobre si ponerla o no, igual que con el título, ya que me parecía obvio el final de la historia. Pero al final me decidí a ponerla porque me inspiré en ella para el relato. Un saludo, por cierto, ultimamente tu blog está que se sale.
muy bueno cross, no importa que el final no fuese lo mas inesperado, igual se me puso la piel de gallina al leerlo...
saludos
Me gusto de principio a fin.
Genial! Me imaginaba un final así, digno de toda una sucesión de recuerdos, los has ido encadenando de manera en que no había posibilidad de dar saltos entre ellos, cosa que es de agradecer.
besos
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Publicar un comentario
<< Home